lunes, 28 de mayo de 2012

Preguntas y respuestas

<<Voy a subir al Moncayo
Para acariciar el cielo>>
( Canto `popular)

Desde pequeña la silueta  tridentina del Moncayo ha sido siempre mucho más que un accidente geográfico, " La elevación más alta del sistema ibérico con sus 2.314,30 metros de altitud", situado   justo en lo que yo llamo " la nariz" del baturro de perfil cantando, que me ha parecido siempre el mapa de Aragón
El Moncayo  en la lejanía domina toda mi existencia algo así como las torres del pilar, que inconscientemente,  buscan mis ojos cada vez que me acerco a mi vieja  Monegrina, un hito, un icono que sería capaz de reconocer en cualquier parte.
Emerge del llano  como una isla solitaria y misteriosa, un lugar mágico y  atrayente, hasta para el sol,  que se escapa a dormir cada tarde, pintando el cielo de colores imposibles; naranjas brillantes violetas,rosas y añiles que cambian cada segundo y que lo recortan contra el cielo que se oscurece creándole un aura mística.
No es la montaña más alta, no es la montaña más hermosa, pero es para muchos de nosotros " la montaña"  que domina una extensa llanura, desiertos y estepas, pueblos y ciudades. Un dios, como decía Labordeta, que ya no ampara.
Cuando hace viento,  el Moncayo sopla, cuando  se coloca una boina de nubes hará mal tiempo y cuando la bruma lo esconde en la mañana estival, busca una sombra fresca para cobijarte. Este monte lo inunda todo, la música, el clima, las tradiciones...
Desde mi casa en Zaragoza, desde mis ventanas,  no puedo verlo, pero si desde el parque o desde la ribera del río. También parece señorear el valle del Jalón desde la terraza de yesos y margas que hay en las puertas de mi casa en Bardallur. Muchas veces desde la ventana  del granero he pasado horas mirándolo, muchas veces he imaginado a Juan de Lanuza desde alguna saetera o  ventana  de su castillo mirándolo mientras ojeaba algún pleito  del que no sabía como responder, también lo he imaginado mirándolo instantes antes de que fuesen a prenderlo para ajusticiarlo, ya sabedor de su destino con una mirada triste, como despidiédose. He imaginado al duque de Medinacelli en su encierro en el castillo de Bardallur observando  alguna puesta de Sol y miles y miles de historias que nunca acontecieron o quizá si, siempre he tenido una mente algo novelera
  El está allí siempre como un gigante , quizá el gigante Caco del que habla una leyenda, el  cuál  robó a Hércules  todas sus vacas  y las herró al revés para que el héroe griego no supiera  si iban o venían guardándolas en una cueva a modo de corral. Según esta leyenda, al final Hércules lo encontró y comenzaron a  pelear. De las piedras que tiraban y de los golpes de sus cayados  fueron brotando ríos y amontonándose las rocas, Caco al final, murió en la pelea.  Hércules  lo enterró colocando piedras sobre él  para enterrarlo y esta tumba dio origen al monte

Las leyendas, son eso leyendas, pero el Moncayo es un lugar que las genera por sí solo, Becquer lo sabía y yo lo sé, pues caminar por sus bosques es una  toda una experiencia sensorial, no sería extraño ver entre unos matorrales un gnomo o un hada, No te asombrarías de que el demonio de los ojos verdes emergiera  en las aguas de un riachuelo, nada te haría dudar de que en una fuente oyes las voces de los duendes que te llaman... el Moncayo es magia

Ayer por primera vez subí hasta su cima, había llegado muchas veces al santuario, incluso había estado paseando por los hayedos y por los pinares de pequeña  con un  amigo de mi padre natural de Añón habíamos estado por allí, de excursión familiar, otras veces he ido con el instituto y con Jorge a pasear, pero nunca me había atrevido a  buscar su cima
Yo  no soy una gran deportista ni una montañera experimentada, un par de paseos por el monte, el circo de Ordesa, Aguas tuertas, Iguacel, el Puente de España ( lado francés) o la ruta de las pasarelas de Alquézar son todo mi currículum o al menos el que mejor recuerdo. Así que pese a ser un camino fácil y  bien marcado me daba un poco de miedo.
Es curioso, ayer cuando llegué,  me apremiaban varios motivos, por un lado, la fascinación que ejerce en mi esta montaña, por otro, compartir una experiencia montañera con Jorge  quien si es un apasionado de  este deporte y por otro la curiosidad de saber que es lo que se ve desde su cima. Luego habia otros motivos más místicos y profundos la necesidad de encontrar respuestas que la paz de la naturaleza siempre ayuda a encontrar  No sé que tienen los senderos, los caminos y las montañas pero siempre tienen algo de  maestros, de gurús,  caminar por ellos en silencio ayuda mucho a esclarecer las ideas.
Yo tenía muchas preguntas que hacer y haciendo caso a la ilusión de creer que el Moncayo tiene algo de deidad, ya que todos los otros dioses me parecen una patraña, quería encontrar mis respuestas.
Nadie dijo que un Dios se deja dominar fácilmente ni que responde como tu esperas que lo haga, los dioses siempre son caprichosos, por muy personales que sean.

El primer revés que el Dios  me pegó fue  la propia búsqueda del silencio, el Moncayo en domingo es  más parecido a la calle Alfonso entre semana que a un paraje solitario. Desde la distancia en que el monte se traga los colores vistosos de las ropas humanas no se distingue este ir y venir de personas, algunas  preparadas y sabedoras de que la montaña siempre debe ser acometida con respeto, otros ignorantes de esta norma madre de todas las otras: cuando te presentas ante ella. faltarle el respeto a una montaña, humillándola con un bolso y unas manoletinas como todo material  e ignorar sus advertencias, puede costarte la vida
No había pues paz en el camino, aún así  encontramos mucha gente dispar, gente que como he dicho faltaba el respeto  sin escrúpulos, quizá por ignorancia, quizá por desfachatez, otros gente experimentada,  que lleva en sus botas barro de muchos caminos gente que lleva a sus perros, gente que  se da la vuelta, gente que grita y  habla en voz elevada, gente a la que siguiendo las normas de cortesía saludas cuando te cruzas con ella, es curioso como en la montaña todo el mundo se saluda,  se pregunta  cuanto queda, se da ánimos, Los montañeros de verdad saben que allí todos estamos a merced de la voluntad del dios,
 Me llevé para siempre el recuerdo de un  niño llamado Jorge que con sus cuatro años,  armado con un cayado que pesaba más que él y su gorra de Ferrary, daba la mano a su padre quien en cada  suspiro de cansancio del niño le animaba a  continuar, el niño asentía y seguía adelante  confiando ciegamente en las promesas de su padre, recuerdo el abrazo que se dieron bajo el vértice que marca el punto de la cima del pico de San Miguel ( cima del moncayo) y recuerdo su videollamada a su madre para decirle " te llamo desde la cumbre mami" a lo que su madre contestaba ¡ que valiente eres hijo!
recuerdo que solo pude dar la razón a la orgullosa madre de Jorge.
Otro de los  sopapos amistosos que me  encontré allí fue la fulminación de mi orgullo,  piensas que vas a dominar el terreno, a caminar sin más, pero la montaña te prueba te exige te humilla, juega con tu capacidad física y mental, intenta descorazonarte " no lo vas a lograr". " Mira todo lo que queda". "Es demasiado, tu vida urbanita y sedentaria te impide  dominarme".  La sensación de ascender  no es agradable, como yo creía, mis músculos se quejan, la bota me hace herida en el talón, la experiencia está siendo dolorosa, más de una vez la idea de abandonar se cruza por mi mente, tengo que parar más de lo aconsejado no puedo ir al ir al ritmo que me gustaría,  la sensación de ir subiendo no es triunfal sino de derrota, pero la montaña si no te rindes también sabe recompensarte.
 Miras hacia abajo hacia el horizonte en sentido contrario al acostumbrado y ves el camino recorrido, ya no te parece tan terrible una vez pasado, no has escuchado a la voz que te auguraba la derrota  y  sientes que puedes ir un poco más allá,  en esos momentos eres consciente de que la montaña se ríe de ti y debes aceptarlo
 Al fin llega la cima, la ansiada caricia al cielo  acontece ya no hay sendero por encima de mi cabeza  aún queda un trozo para conquistar la altura máxima pero durante ese tramo,  la sensación es indescriptible, bajo mis pies se extienden las llanuras, los secanos, este país de sueños llamado Aragón, a lo lejos el valle del Ebro y más lejos aún bajo un manto de nubes algodonosas las siluetas azules de la tumba  de Pyrene.  Al otro lado  los campos de Soria que tanto cantó Machado y la meseta que se extiende  como una línea sobre el horizonte.
Las ciudades, los pueblos, se diluyen contra el paisaje y tu vista se llena de grandeza, de inmensidad.
El Dios Moncayo nunca se ha percatado de mi existencia, hasta  ahora  cuando me he decido a enfrentarlo, soy consciente de ello, me llevo mi tercer desengaño
El cuarto es que uno piensa que al llegar arriba, habrá concluido su meta, que todo se verá mejor, que ya habrán terminado las penas y lo cierto es que en realidad llegar arriba solo es la mitad del camino, ahora hay que bajar.
 El frío  va calando y aunque tu crees  mientras subes que vas a estar allí mucho rato disfrutando de tu esfuerzo, lo cierto es que  en unos pocos minutos y tras reponer fuerzas y curiosear aquí y alla, estás deseando marcharte,  tiemblas por el cambio térmico mientras tus músculos se enfrían y  entiendes que no te puedes quedar, que la cima es  algo pasajero,  transitorio, una etapa más, que hay que descender, que queda camino
 El descenso  se me hace  llevadero, menos costoso  en comparación de lo que sufrí en  la  subida, quizá es mi  estado mental de saber ya de una vez que es lo que había arriba, del misterio desvelado, del pacto que he firmado en la cumbre con el Dios, que ya no ampara, pero que nunca lo ha hecho en realidad, estoy abajo, lo he hecho, he ganado mi reto, miro una vez más el pico sobre el que hace un rato he  dejado mi huella, y una felicidad extraña y desconocida me atraviesa, mil respuestas  me son regaladas de repente, al fin  he encontrado lo que buscaba, no era acariciar el cielo  como yo creía, ahora es cuando  al fin me doy cuenta de todo.

Sé que cada vez que mire la silueta  recortándose en el horizonte mientras se traga al sol, recordaré la lección que me ha enseñado, las preguntas que ha contestado,  que solo yo conozco y que no relataré en esta entrada, pues cada persona recibe la respuesta que necesita a sus preguntas y las mías seguramente a tí que lees esto, no te sirvan de nada


Esta era mi montaña y mis preguntas, te animo a buscar las tuyas.






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