martes, 11 de junio de 2013

Llueve en mi ciudad

Llueve en mi ciudad y  cortinas transparentes van forrando mis cristales, las calles se vuelven grises y oscuras como una película de los años 20,
El invierno que cala los huesos se alarga  demasiado y parece que ataca los rostros de mis vecinos tornando en gesto adusto y apresurado el  reguero de pasos perdidos que  desgranan por las aceras, borrados por  la hermana agua; pareciera que hoy no es humilde ni preciosa, ni casta.
La lluvia otrora bendición, tantas veces rogada  en estos  desérticos rincones  monegrinos es hoy un elemento molesto, nos impide navegar en sandalias por los grises recuadros de hormigón y cemento que   entierran los reciuerdos del oasis sobre el que vivimos y sentarnos plácidamenete  en una terraza a obervar el volar brioso de las palomas.
Llueve en mi ciudad, y las torres se  recortan en un cielo gris y  violento de truenos y relámpagos fugaces.
 me resulta  casi buñuelesco  llevarme cerezas a la boca, mientras fuera el invierno  puebla la primaveral mañana
Es tan triste mi ciudad cuando llueve... Con tanta hambre a sus espaldas,  tantas historias, tan gris y tan  quieta, que a lo mejor el invierno piensa que ha muerto bajo la tijera implacable.
Y la tristeza  calmada de mi alma, que cada día se puebla más gris y más  negra de rabia cuando abro los diarios, se siente como  el invierno, incapaz de  abandonarme  para ceder el paso a la esperanza, a los días de sol y a las noches estrelladas....