Cuando la princesa le dió un beso, el sapo no se convirtió en príncipe, sino que saltó de nuevo a la charca.
La princesa lloró amargamente, no porque se hubiera equivocado de sapo, sino porque la charca se había adueñado para siempre del corazón del príncipe.
Secándose las lágrimas, se dijo a si misma: <<Nadie puede salvar, a aquellos que han olvidado cuál es su verdadero valor>>
martes, 22 de septiembre de 2015
lunes, 21 de septiembre de 2015
Microrelato
Cuando sintió las paredes temblar se dió cuenta que aquella vez era definitiva, ese portazo era el final de todo, el reloj de la vida había dado su última campanada, para él ya no quedaba esperanza alguna. Todo estaba consumado, la vida le abandonaba y supo que en el momento en el que dejara de escuchar sus pasos por el camino que llevaba a la ciudad, dejaría de ser pueblo para convertirse en un vacío cadáver de piedra
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