Cuando la princesa le dió un beso, el sapo no se convirtió en príncipe, sino que saltó de nuevo a la charca.
La princesa lloró amargamente, no porque se hubiera equivocado de sapo, sino porque la charca se había adueñado para siempre del corazón del príncipe.
Secándose las lágrimas, se dijo a si misma: <<Nadie puede salvar, a aquellos que han olvidado cuál es su verdadero valor>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opina, porque el que tiene boca se equivoca