viernes, 10 de agosto de 2012

Viajar

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
( Rosalía de Castro)


Yo llegué con los ojos cargados de desiertos de estepas, de tomillo y amapolas en los trigos, con el esparto y el romero por todo aroma.
 Llegué con la espalda llena del sudor de los llanos que buscan desesperadamente el amparo de Iber y la sombra de los fantasmas de la viejas sabinas milenarias.
Yo que llegué conmi río en las venas,con su olor a tierra, con su color de barro, con su bravura amansada, empujada por el Zierzo helado  que todo lo tuerce; que todo lo hiela y todo lo arrastra.
Llegué cansada de esperar la lluvia contra la ventana y de intentar salvar el sol que abrasa la tierra,que quema la piel, que seca el alma.
Yo llegué siendo monegrina, soñando el mar, como una promesa lejana, como una leyenda de la que se habla junto al fuego entre susurros. Un walhalla que en este infierno de polvo y boiras, parece  no existir
Y lo encontré, en poniente, tan azul e inmenso que me hizo odiar los colores terrosos de mi patria chica. Encontré  el bálsamo a mis anhelos y un lugar donde las hadas pasean por los bosques, las meigas conjuran y el cielo se une amoroso y no traidor contra una tierra  que se alza sinuosa y sensual para unirse con él  como amantes imposibles.
Encontré un verdor que me hizo soñar con otros sueños,  y me arranqué de los párpados un poco de mis romeros , de mis espartos y mis  anhelos para dejarlos ahí con un suspiro de Zierzo
Un trozo de mi estepa quedó enterrada con la cabeza de Gerión bajo una torre de caramelo y  al dejar el país donde los cielos son bondadosos y el mar infinito, sentí una tristeza gris. Comprendí los poemas de Rosalía y  sentí que  ya era parte del país de ensueño, y volví para soñar, al país de los sueños, donde a la sombra del dios Moncayo, el mar es solo un leyenda y la bondad de los cielos una broma pesada

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