martes, 24 de julio de 2012

Los contadores de historias

A la luz de un fuego,  un Homo Sapiens  se puso en pié y quizá  para entretener  en  las largas veladas invernales al resto de  sus hermanos  comenzó a recordar las últimas cacerías y los últimos festejos de la tribu,  mientras los dibujaba  en la pared, el primer contador de historias de la humanidad,  empezó a  ser indispensable para su tribu, pues conocía y atesoraba el pasado: De él podían aprender de las  viejas cacerías para no cometer errores, para  impedir que más guerreros  caminaran por el mundo de los espíritus. Guardaba  en sus dibujos y en su memoria, los caminos de las migraciones y podía remontarse  hasta el primer hombre que habitó la caverna
Cuando él murió otros siguieron contando las historias, daba igual  el tiempo que pasara, porque las historias eran similares,  cazas heróicas, grandes festejos, hazañas de guerreros que quedaron  plasmadas para siempre en los muros de la caverna. Aquellos primeros hombres solo tenían que mirar las paredes para recordar quienes eran y quienes podían llegar a ser.
A la luz de un fuego cualquiera, hace miles de años, nacimos los contadores de historias, a día de hoy nos llaman historiadores,
Pero cuando yo he de  explicar a un niño o a un niño ya adulto alguna  cosa, todavía me veo como  una contadora de historias, ante una aburrida y somnolienta audiencia, que no quiere escuchar.
 Quizá me siento como  como aquel primer humano que para entretener a su tribu  empezó a contar historias sin parar y a atesorar cada recuerdo; sabedor de que  las historias que contaba, como algo ya pasado, volverían irremediablemente a repetirse


 Y esque tropezar con la misma piedra está grabado a fuego en los  destinos de nuestra especie

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