El domingo era pascua de resurrección en mi pequeño rincón del mundo. la tibia lluvia de marzo había abrillantado las calles y los yesos y los tejados de las casas musitaban un lento desperezar, las ramas de los árboles como encías de lactante, mostraban las promesas de sus flores y hojas cual dientecillos, algunas más adelantadas perlaban de un tibio aroma el ambiente.
La vida renacía entre claro oscuros de las nubes maliciosas que jugaban al escondecucas con el sol perezoso.
Mi pequeño rincón del mundo resplandecía entre aquel juego de luces ofreciendo un escenario casi de tramoya. Las voces del tiempo pasado que horadaron las entrañas de los cortados creando casitas que se desparraman por las laderas se estremecían ante el tañir glorioso de las campanas que rompían el silencio musical de la mañana de primavera.
¡ Cristo vive!¡ La muerte ha sido derrotada!. cantaban a voces desde el campanario... mientras un coro de pájaros las desafiaba diciendo, ¡No!,¡ Es la vida la que vive! ¡Es la tierra la que resucita!,
Las campanas al rato se cansaron pero los pájaros siguieron alegres con sus trinos, exclamando el aleluya potente del campo que estalla en colores olores y formas. En promesas de sueños que dejaron atrás ya el miedo de los hielos, las escarchas y la oscuridad
¡Aleluya!
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